Capítulo 9

— ¿Alguien se acuerda del Día de Visita?
Es la hora del almuerzo. Estoy comiendo plácidamente en el comedor de Osadía con mis amigos. Estaba comenzando con mi plato justo cuando Toris lanza aquella pregunta.
Frunzo el ceño, pues no tengo un recuerdo agradable de aquel día: ningún miembro de mi familia me vino a visitar.
No me dolió mucho.Sabía que aquello sucedería. 
—Para mí fue un poco emotivo —dice Becca, sonriendo—.Mis padres y hermanos menores vinieron.
—Por desgracia, no todos tenemos esa suerte —dije yo, con un poco de ácido en la voz — ¿A qué va tu pregunta, Toris?
—Tienen que haber visto a la madre  de Killer —dice él, en forma burlesca.
Killer casi se atraganta con  su zumo de naranja que estaba tomando, por no decir que casi le escupe a Blas todo lo digerido.
— ¿Qué...? —comienza a decir.
—Su madre fue un espectáculo. Entró toda sonriente a la sala, vestida pomposamente,  como si estuviese en casa. Y cuando vio a Killer...
—No te atrevas a... —comienza a decir Killer de forma amenazante, pero su amenaza no haya su final.
—... gritó: —Toris adopta una voz afeminada acompañada de muecas dulzonas—  “¡Oh, Cyril!  ¡Qué guapo te ves de rubio!”
Miro a Killer con sorpresa.
¿Su nombre real es Cyril?
—Eso es lo malo de las madres en Verdad —dice Blas, ignorando la cara avergonzada de Killer —.Son capaces de anunciar cómo te cambiaban el pañal delante de todo el mundo.
Becca está roja de la risa. Killer, por su parte, le dedica a Toris una mirada asesina.
— ¡Eres un bestia inmunda! —brama —¿Cómo te atreves a burlarte de mi madre?
Toris se ríe, y al mismo tiempo baja y sube las palmas de sus manos.
—Por supuesto que no lo hago, Cyril — agudiza la última palabra —.Solo estoy enmarcando un momento precioso de tu vida.
Killer pone los ojos en blanco.
—Uno no se cambian el estúpido nombre por las puras —gruñe mientras retoma su atención a la pechuga de pollo que tiene en su plato.
 Killer tiene una extraña y aterradora fascinación por la carne: no hay día en que no esté comiendo aunque sea un gramo de ella. Lo que es aterrador es la forma en cómo  la come: cuando se trata de carne envuelta en hueso, como ahora, se olvida de los cubiertos y comienza a devorarla con las manos.
La peor parte viene cuando llega al hueso: comienza a mascarlo como un perrito y el sonido del hueso al romperse me paraliza.
— ¡Killer! —le grito — ¡Deja de hacer ese ruido!
Killer me mira  fijamente y retoma a su pechuga. Hace sonar el hueso con más fuerza.
Si fuera por él, se comería el hueso entero.
— ¡Arg! —gruño —¿Te has criado entre perros o qué?
—Hey, Killer—interviene Becca—, existen bolitas verdes igual de comestibles llamadas alverjas, ¿sabías?—le señala las alverjas que tiene en su plato, aún sin comer.
El aludido deja el hueso y comienza a comer lo queda de su plato, con desgano.
— ¿Saben qué sería interesante?— interviene Blas, con tranquilidad —. Saber nuestros nombres verdaderos.
Trago saliva. Esa idea no me gusta nada.
Nada, nada, nada.
—A mí ni me miren —dice Toris—. No necesito que la mitad de la gente me llame por un nombre y la otra mitad por otro.  Mi nombre es tal y como lo escuchan.
—Mi nombre es Rebecca —Becca toma la palabra—.Fin del misterio.
—Mi nombre es Bernardo—habla Blas —.Un gusto conocerlos.
Alza los abrazos y los mueve como si estuviese abrazando a alguien invisible. 
Estoy cien por ciento concentrada en terminar mi plato. Intento ignorar que cuatro pares de ojos me miran de forma persistente.
—Ya, ya, ya, no trates de ignorarnos —dice Toris al tiempo que mueve mi quijada con su dedo índice derecho—.Habla, tu nombre es...
—Vete al infierno —digo con sequedad.
—Qué nombre más raro es ese —dice Blas.
—Muy bien, señorita “Vete al infierno”dice Toris, manteniendo su burla—, cuentéennos, por favor, por qué decidió cambiar su nombre, si “Vete al infierno” es un nombre tan sexy y original...
—Bueno—digo yo, siguiéndole la corriente—Marina se refiere al mar. El mar es un asunto que se habla mucho en los libros de Biología. Dicen que ahora está seco, porque cumplió un ciclo de vida que todos los espacios y seres vivos siempre deben cumplir. Pero el mar siempre fue descrito como  peligroso, impredecible, fuerte. Esas son las características propias de un osado.
—Y el mar era agua —agrega Blas—.Como la materia de Erudición.
—Y azul —agrega Becca.
Asiento. Tenía que admitirlo: mi nombre escogido tiene que describirme y, al mismo tiempo, recordarme mis orígenes.
—Vamos, Marina —pide Killer — ¿Qué problema hay con tu nombre real? ¿Es horrible?
—Muy horrible —confirmo yo.
— ¿Más que los nuestros? Por favor...-exige Blas—.Basta de secretos.
Yo niego la cabeza. No soy capaz de pronunciar aquel nombre que se ha alejado de mi persona, de mi forma de ser. Sin embargo, me apena dejar a mis amigos desilusionados.
Se me ocurre algo para aminorar su curiosidad.
—Imaginen algo muy grande.
—Una adivinanza — Blas se flota las manos —. Me gusta.
—El universo—dice Toris.
—Un elefante—agrega Killer, riendo.
—Imaginen algo inmenso...pero que sea finito —expreso yo, de forma misteriosa.
—No sé...—opina Becca, muy dudosa— ¿Los conocimientos que un ser humano puede poseer?
—El amor — sonríe Blas.
—Algo inmenso, finito y con una característica especial —concluyo yo.
— ¿Una característica especial? —pregunta Killer, incrédulo.
— ¿Y a dónde nos lleva esto con tu nombre?— cuestiona Toris.
—Eso—pronuncio las palabras con lentitud—.Mi nombre se encuentra en esa característica especial de aquello que les he descrito con claridad.
Sus miradas parecen perdidas. Me doy cuenta que están muy lejos de descubrir el misterio, aun cuando este tal vez esté en sus cabezas.
O encima de sus cabezas, añado para mí misma.
—Me duele el cerebro —opina Becca.
— ¡Bah!—suspira Killer, aparentemente frustrado —.Lo descubriré antes de que termine el día —me mira de forma desafiante y agrega —.Andando, muchachos. Se nos hará tarde.
Nos podemos de pie de forma sincronizada, esa forma que me asusta a veces pues es como si nuestra manera de movernos podría revelar nuestras conexiones.
Killer y Toris nos adelantan, mientras que Becca y Blas se mantienen a mi lado.
—Algún día—me dice Blas—.Me cruzaré con tus antiguos amigos en Erudición y les preguntaré por ti, ¡y tú no me podrás detener!
—Inténtalo —le reto—, porque estoy segura que nunca los encontrarás.
— ¿Por qué dices eso? —cuestiona Becca.
Suspiro.
—Digamos que yo no fui la única que se transfirió de facción.
— ¿En serio?— pregunta Blas, sorprendido.
—Bueno, unos cuantos con los que hablaba de vez en cuando se quedaron en Erudición—cuento yo —.Pero los más apegados a mí se transfirieron a otras facciones, como yo.
— ¿Por qué?—pregunta Becca — ¿Acaso estaban cansados del nuevo perfil erudito?
—Tal vez tuvieron el mismo problema de nosotros —comenta Blas—.Fueron seleccionados para Erudición y eligieron otra facción por otros motivos...
—Supongo. Recuerdo algunos casos...—una masa de rostros comienzan a deslizarse por mi mente—.Una  de mis amigas se llamaba Eve y era una con las que  me juntaba para cuestionar a Erudición, y, para sorpresa de muchos, se transfirió a Abnegación. Yo sospecho que ella lo hizo como una forma de rebelarse, en cierta forma, muy extrema...— trago saliva —. Después, tenía a mi amiga Ana,  quien se transfirió a Cordialidad aunque su afición por los libros era muy notoria, por lo que no entendí el porqué de su decisión.
“Sin embargo, no todos los casos de mis amigos fueron así de extraños: mi amiga Jenny se mantuvo en Erudición y mi otro amigo, Luhan, tenía la tendencia a criticar a boca jarro todo lo impuesto por Erudición de forma muy abierta. Tenía dotes para Verdad. Y, por supuesto,  se transfirió...”
Noto recién que mi voz ha perdido la cadencia; mis mejillas están ardiendo.
Becca me mira mientras sonríe. Su reacción no me ayuda a controlar las maripositas en el estómago.
Ella sabe que mis pensamientos no grafican a Luhan como un amigo.
Felizmente para mí, Blas no se ha percatado de mis cambios físicos. Estoy agradecida que sea él que sea transferido de Cordialidad y no de Verdad.
—Interesantes casos —opina Blas—Imagino que extrañas a esos amigos más que a los otros eruditos, ¿cierto?
Más que a nadie, pienso. No sabes lo mucho que los extraño, sobre todo a él.



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