Capítulo 8




Siento que las mejillas se me entumecen.
Acabo de hacer un acto estúpido, irresponsable. En cualquier momento, alguien vendrá, nos encontrará y estaremos condenados, todo por mi exaltación.
 Los dedos de Becca  se deslizan por el doblez de mi brazo. La miro a los ojos y veo su preocupación.
—Cálmate —dice Blas, con un tono de seriedad tan poco habitual en él.
Me doy la vuelta. Toris me dedica una mirada indescifrable. A mi parecer, se trata de una mezcla de sorpresa y molestia.
—Lo lamento —me disculpo.
— ¿No les parece que sería más inteligente movernos que quedarnos? —pregunta Becca.
La palabra “inteligente” zumba en mi cabeza, como si su significado hubiese sido puesto en un contexto equivocado. No digo nada al respecto.
Killer ha mantenido la mirada en la puerta, esperando una llegada que  todos desearíamos que nunca llegase.
—Concuerdo con  Becca —responde, al fin.
Se pone de pie y el resto de nosotros lo seguimos de forma sincronizada.
Los pasillos están casi despejados. Ya es casi la hora de dormir y, para nuestra buena suerte, no nos cruzamos con nadie conocido. Killer nos guía hacia algún lugar cerca al Abismo; lo sé porque escucho cómo el agua crepita por las paredes con fuerza. Normalmente, el ruido que producen aquellas aguas furiosas me harían entrar en pánico, pero, en esta oportunidad, estoy aliviada de que estén allí: cubren el sonido de nuestros pasos y de nuestros jadeos. Finalmente, Killer nos hace pasar por una entrada que aparenta haber sido tapiada antes de ser descubierta.
Revela un espacio abierto. El piso es rocoso, con amplias piedras por todo el camino que deben ser pisadas con cuidado, pues más abajo se encuentra el río caudaloso formado por las aguas del Abismo.
— ¿Cómo encontraste este lugar? — pregunta Blas.
Killer bufa.
— ¿Acaso has olvidado de nuestros resultados en la Prueba de Aptitud? —repite la pregunta que hice hace un rato, pero con suavidad. Me mira y luego le dedica a Blas una sonrisa juguetona — ¿Así o al estilo Marina?
Reímos. Pronto, entendemos su lógica: la curiosidad es una característica propia de aquellos elegidos para Erudición.
Bajamos con cuidado. Solo a un metro y medio de la entrada se encuentra una gran roca donde los cinco fácilmente podríamos caber. Nos dirigimos hacia allí.
—Imagino que te pusiste a buscar dragones —comenta Toris mientras se sienta.
—Las lecturas que he encontrado pueden ser muy atrayentes, pero no  lo suficiente como para levantarme los pies del suelo —dice Killer.
Nos mantenemos en silencio por lo que parece ser un minuto.
— ¿Y bien? — pregunto, al fin — ¿Qué hacemos con el asunto del periódico?
—Mira —Toris suspira —, no fue mi intención sonar despreocupado. El asunto no es más que un debate hecho por Erudición que no va llegar a mayores instancias. No van a traer a su equipo a arrastrarnos a la fuerza hacia su facción porque sabemos que no es legítimo. Punto.
—Dudo que eso vaya a pasar —dice Killer —, pero pienso que deberíamos estar alertas. No quiero pensar que se mencionen casos particulares. Tampoco me puedo imaginar que nos ubiquen y nos utilicen como ratas de laboratorio para averiguar qué pasa por nuestros cerebros.
—Hombre, ¿no te parece que estás exagerando?—pregunta Toris.
Killer me dirige la mirada.
— ¿Acaso Erudición no idolatra el conocimiento? El no saber cómo funciona el mundo es un asunto que a cualquier erudito lo volvería loco. Dudo mucho que su metodología de saciar la curiosidad posea límites, pienso yo. ¿O me equivoco, Marina?
Ahora todos me miran.
—Bueno...últimamente, mucho ha cambiado. Ellos profesan que “no hay límites para el conocimiento”, pero supongo que se trata de un postulado condicionado. Creo que entre las palabras límites y para se encontraría la palabra “éticos”.
“Experimentar con los humanos no es algo ético. Se supone que la Erudición fue diseñada para el bien de la sociedad...”
—Y no para el poder —resuelve Blas.
—Exacto —continúo—.Aún si  al nuevo mando de Erudición se le pasase por la cabeza experimentar con personas, no creo que todos los eruditos estén de acuerdo con esas prácticas. Prueba de eso somos nosotros... ¿no?
Los cuatro asienten.
— ¿Tú crees que los eruditos sean capaces de venir a nuestra sede a chequear nuestro rendimiento?—pregunta Killer con cierta alarma en su voz —.Ya sabes, a comprobar si los “salidos del margen” tuvieron éxito con la facción que eligieron.
—Lo cuestiono. ¿Por qué salir de la sede de Erudición? No es que Osadía sea lo opuesto a Erudición, pero muchos eruditos piensan que los osados son unos cabezas huecas. Seres que se guían por el instinto y no por la razón.
—Gracias por el halago —dice Toris con burla. 
—Asumen que somos pura fuerza bruta —comenta Becca.
—O nos tendrán miedo—dice Blas, haciendo una mueca y alzando las manos mientras mueve los dedos.
—Miedo no. Indiferencia tal vez —opino.
—Interesante —habla Killer, rascándose la quijada — ¿Pueden los eruditos ser indiferentes a algo?
Me pongo a pensar en todos los eruditos que he conocido, empezando por mi familia, mis amigos, mis vecinos...y luego, yo.
—Pienso que la indiferencia en Erudición solo engloba la indiferencia al conocimiento. Si asumen que el conocimiento no es tu base, te ignoran, eso es todo.
—Cordialidad y Erudición son facciones que se llevan muy bien— dice Blas, con aire pensativo.
Todas nuestras miradas se dirigen a Blas. Las reacciones son diferentes; la de Becca es enojo; la mía, sorpresa.
— ¿Qué intentas decir con eso?— pregunta Toris. La tonalidad de su voz me advierte que él toma la apreciación de Blas con fastidio.
—Bueno, en Cordialidad el sistema de irrigación y el invernadero funcionan gracias a los diseños proporcionados por Erudición. Pero, más allá de eso, creo que Cordialidad aprecia bastante la funcionalidad de Erudición dentro de la sociedad. Aprecia su sabiduría.
—Sabiduría que no es utilizada como es debido, creo yo — agrego.
—Al mismo tiempo, Erudición valora la sumidad de Cordialidad ante los cambios tecnológicos y políticos. Les interesa que los cordiales se mantengan al margen —continúa Blas.
—Te escuché hace un rato y dudé si pertenecías aquí —opina Killer tajantemente –. Pero, ahora...
Blas ríe, pero lo hace de manera desganada, como si tuviera un objeto pesado en su boca.
—Ser pacífico y sonreír todo el tiempo a veces no es del todo bueno. Evitas los problemas a tu alrededor, incluso si son problemas que les pasan a las personas más cercanas. Tu inactividad ante los conflictos te permite tener una mente más tranquila,  pero también se trata de una vasija repleta de pensamientos  y razonamientos  complejos que  tiendes a reservar pero que pronto se convierte en una bomba a punto de estallar...
—Una mente erudita —concluye Toris.
—Supongo que eso debe ser.
—Si Erudición te daba ese espacio para tus pensamientos, ¿por qué no la elegiste? —pregunto yo.
Creo que mi pregunta debió sonar desafiante, porque Becca me mira de una forma como si me pidiera que fuera más cuidadosa con lo que digo. O tal vez me está pidiendo que me calle, por respeto a los sentimientos de Blas.
Él no parece notar mi desafío. Endereza su espalda y mueve su mirada hacia las nuestras, como si se cerciorara de que todos lo escuchamos con atención. 
—La vida en Cordialidad es gratificante y llena de energía. Ríes, compartes, juegas, bailas y hasta cantas. Abnegación con un poco de humor — mira hacia Becca y  le sonríe. Ella le corresponde –. Cordialidad te lo da todo con tal que sonrías y llenes de felicidad a las personas y a tu alma. Fue una hermosa vida...excepto por una cosa: ni Cordialidad ni cualquier otra facción pueden asegurarte de que tendrás  una familia en buenas circunstancias.
“Mi padre murió cuando yo era muy niño. Era un hombre lleno de energía y un día subió a un manzano; pisó mal y cayó de él, golpeándose la cabeza. Nunca lo pudieron reanimar.”
“Mi madre sufrió mucho por esa pérdida. Recuerdo que lloraba los primeros días, todo el tiempo. Luego, ella sonreía y hacía las actividades propias de un cordial...hasta que llegaba a casa y se encerraba en su cuarto, de nuevo a llorar. Dejó de hacerlo en público: temía que su actitud nada vivaz fuera un motivo por el cual el Consejo de Cordialidad la podría enviar a Sin Facción.”
“Yo crecí y me volví como mi padre. Mi razón de ser era hacer sonreír a mi madre. Tuve mucho éxito, todo iba bien...”
“…hasta que mi madre enfermó.”
“Ella ya no respiraba bien; yo ya no podía salir a los campos tan seguido, pues temía que, en mis ausencias, mi madre dejaría respirar, tal vez, para siempre.”
“Los médicos de Cordialidad no podían hacer mucho por su enfermedad; la medicina natural la calmaban pero no aminoraban su mal. Entonces, un día, cuando yo tenía doce años, vinieron médicos de Erudición y uno de ellos se tomó la molestia de visitar nuestro hogar. Estudió a mi madre y tomó nota de sus malestares. Al día siguiente, volvió con medicinas y mi madre las tomó siguiendo cuidadosamente sus indicaciones.”
“Tiempo después, ella estaba mucho mejor. Dependía de los medicamentos, pero ya podía salir a trabajar y apoyar en los campos. Yo podía salir y estudiar con tranquilidad, sin estar preocupado a flor de piel. En cierto modo, sentí un agradecimiento infinito hacia aquel doctor que había aliviado a mi madre.”
“Supe, entonces, que entre mis deseos se encontraban ser como él.”
“Claro, en esos instantes no se me pasaba por la cabeza ser parte de los eruditos, pero comencé a comportarme como uno: leía y releía libros de todo tipo, siendo mis favoritos los de medicina, investigaba sobre los compuestos químicos porque tenía interés acerca de qué estaban hechos las medicamentos, me encantaban salir al campo ya no solo para correr, sino también para analizar las características de todo a mi alrededor...”
“Creo que mi madre se dio cuenta de eso. Nunca me lo dijo directamente, pero creo que ella presentía que mis cualidades ya no viraban para un cordial. Ya no era juguetón; era ingenioso. Y eso me llevaba a un dilema: si mi lugar era Erudición, ¿qué sería de mi madre? ¿Quién la cuidaría? Descarté por completo Erudición. Decidí que me comportaría como un cordial, y realmente pensé que sería sencillo.”
“No fue así. En las fiestas de confraternidad, todos sonaban alegres; yo, por mi parte, me sentía aburrido. No le encontraba un uso a este tipo de eventos; me sentía más útil sentado y estudiando, buscando proezas. Paraba más tiempo en el invernadero que en los campos mismos.”
“A pesar de todo, no me rendí. Decidí con firmeza que no me cambiaría de facción; por nada del mundo abandonaría a mi madre...pero, como ya dije antes, ella ya se había dado cuenta de mis cambios de intereses, y supuse que intuía que dentro de mí había un conflicto y ella solo quería aliviarlo.”
“Semanas antes de la Ceremonia de Elección, mi madre murió.”
“En su lecho de muerte, ella sonreía. Quizás porque se reuniría con mi padre o quizá esa era su forma de decirme que me dejaba libre, sin ataduras. Eso no me hacía feliz, por supuesto.”
“Y viví aquellas últimas semanas en la casa de un amigo. Sentí que ya no tenía nada más que hacer en Cordialidad.”
Blas se detiene. Pareciese que quería llorar, pero no lo hace. Becca está a su lado, apretándole  la mano con fuerza y apoyando su quijada en su hombro, como intentando darle fuerzas. El resto de nosotros se mantiene quieto por el momento.
—Pero estás aquí —dice Killer, sacando ese lado poco sensiblero que tiene.
Blas lo mira con paciencia, totalmente recompuesto.
—Habían ciertas cualidades en mí que no había reconocido hasta que decidí no contenerme más ante la mayor de mis penas.
“Cuando mi madre murió, yo me desfogaba corriendo y saltando por todos lados. Golpeaba los troncos de los árboles lleno de frustración, algo que hice fuera de los ojos de cualquier cordial. Lanzaba piedras hasta obtener una distancia máxima de lanzamiento. Y, luego, cuando todo eso dejó de satisfacerme, descubrí que con la adrenalina podía suavizar los sentimientos en mi interior. Comencé a hacer actos muy arriesgados: saltar de la copa de los árboles era mi favorito.”
“En la Prueba de Aptitud, como ustedes saben, mi perfil era idóneo para Erudición, tal como yo sospechaba. Cuando salí de esa habitación, sentí tristeza por ese resultado. De repente, ya no me gustaba sentirme erudito, por dos razones. La primera, porque Erudición significaba sentarme en una mesa y estudiar. Estudiar era como recordar los motivos por lo que lo hacía. Erudición me recordaría para siempre  a los médicos, a los hospitales, a la enfermedad de mi madre...recuerdos que yo ya no quería mantener presente. Y segunda, porque sabía que al salir de mi facción tendría la libertad de entristecerme y enojarme sin tener que preocuparme por los preceptos de Cordialidad. Las emociones negativas generan en mí no deseos de conocimientos, sino de deseos de que mi cuerpo se exprese. ¿Cómo haría en Erudición cada vez que algo me fastidiara? Tendría que contenerme, igual que en Cordialidad.”
“Yo no quería eso. Yo no quería estar en un lugar donde mis emociones fuesen restringidas; yo quería un lugar en donde yo pudiese ser libre.”
“Me cansé de que las injusticias de la vida y las emociones contenidas me encadenaran en cuerpo y alma. Supe que Erudición ya no era mi lugar.”
—Y entonces, elegí Osadía —concluye Blas.
Me quedo muda. Veo a Toris pasarse el pulgar por debajo del ojo, como si quisiera esconder una lágrima.
O eso pensé, pues ahora él sonríe.
Killer carraspea antes de hablar.
—Jamás imaginé que tuvieses todo ese velorio por dentro, Femo.
—Dejé de lamentarme a mí mismo —dice él, con una pequeña risa. Al mismo tiempo, Becca retira su cara del hombro de Blas, pero mantiene su mano férrea a la de él y sonríe con ligereza —.Disfruto estar aquí, recuerdo sin dolor y amo pasar tiempo con ustedes. ¿Hay algo que no tendría que agradecer?
Sin pensarlo, paso mi brazo por su hombro. No soy la única en reaccionar: Toris, con su ancho cuerpo, acopla a Killer a mi lado y nos apapacha en grupo con la fuerza suficiente c para asfixiarnos. Pero a nadie le importa: todos extendemos nuestros brazos y nos abrazamos.
Nunca había pasado un momento así con mis amigos de Erudición, mucho menos con mi familia. Noto cuán  reconfortante es este abrazo de mi nuevo grupo de amigos, mis amigos osados.


O, mejor dicho, mis amigos osados- eruditos, para ser más precisa. 


CC by 4.0


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