Capítulo 16




La puerta se cierra detrás de mí con un fuerte portazo.
Quiero protestar, quiero gritar, quiero llorar o tal vez solo preguntar...pero no me atrevo abrir esa puerta de nuevo.
¿Por qué su venganza contra mis amigos? Lo único que se me ocurre es que Ella está furiosa por mi traición y quiere descargarse con los más cercanos a mí. A los que más quiero.
Conociéndola, estoy segura que su ira no se disipará.
Me doy cuenta de que mis amigos osados no son los únicos involucrados. Puedo averiguar ahora mismo qué pasó con Becca y los demás, pero no podré saber qué es lo que pasa afuera de Osadía, si mis otros amigos también están en riesgo de ser parte de Sin Facción. Siento demasiada frustración, demasiada ansiedad.
Sé que mis pesquisas están tratando de tapar la voz de Ella. La culpa corroe todo mi ser. Siento un dolor en la garganta y los ojos están comenzando a picarme.
Estoy a punto de dejarme  llevar por mis emociones —algo que casi nunca he hecho —cuando la otra puerta se abre.
Becca sale de ahí, con la cara roja y el ceño fruncido. Arrastra los pies.
Rose cierra la puerta con fuerza, aunque con más amabilidad que Ella si es que hubiese que comparar ambas acciones, y Becca me mira.
—Larguémonos de aquí —me dice de forma mordaz.
—Como tú digas.
Becca abre la puerta de salida y nos sumergimos hacia los pasillos.
Caminamos a trotes pesados, mientras  que Becca me habla.
— ¿Sabes qué pasó ahí adentro? Rose me ordenó a sentarme en el simulador sin decirme nada, y yo comencé a preguntarle a qué iba todo esto, como cualquier persona. Me respondió a regañadientes y luego le dije que no me sentaría si no me decía dónde estaban nuestros amigos; no me quiso responder y prácticamente estaba buscando la manera de atarme a la silla. Le recordé que yo era de Osadía y  que tenía más habilidades que ella en el combate ¿Y sabes qué me respondió? Me dijo: “Tengo tantos conocimientos médicos como ganas de coserte la boca”.
Estoy demasiado afligida para reírme o para decirle algún comentario interesante.  Me digno solo a preguntar:
— ¿Te dijo qué fue de ellos?
—Al final, sí. A ellos los evaluaron en otra oficina y es probable que ya hayan salido de allí.
—Tendremos que ir a buscarlos —digo sin energía.
Becca camina de forma más apremiante. Comenzamos a girar por varios pasillos y subir varios pisos; observamos con atención a cada chico que pasa;  caminamos con rapidez. Al final, encontramos un pasillo no muy concurrido y allí los vemos.
Observo a Killer y a Toris de espaldas mientras hablan con Blas, quien tiene el rostro preocupado. Cuando él nos ve, suspira de alivio y los otros dos ladean a nuestra dirección.
Al ver  sus rostros aliviados, se me hace difícil creer que la simulación de mi miedo a la humillación haya podido crear con tanto realismo unos rostros suyos tan asqueados e insensibles.  Sin embargo, soy consciente de lo poderosas que son las simulaciones y cómo son capaces de hacernos dudar de nuestros propios amigos, en cómo pueden distorsionar la realidad.
Becca corre y yo hago lo mismo. Ya sé lo que está a punto de hacer: llegará corriendo hacia Blas y lo abrazará como a un oso de peluche, porque sé que, a pesar de lo aparentemente corto que sea el  tiempo en que no los hemos visto, Becca ha estado preocupada por él. Cuánto ha estado él preocupado por ella, eso me gustaría saberlo.
Alguien tiene que cubrir la evidencia.
Becca hace exactamente lo que pensé. Cubro su acto sentimental abrazando a Toris con fuerza, pero eso trae como resultado sentirme más sensible, sobre todo cuando él corresponde a mi abrazo. No puedo llorar, intento decirme. Quiero sacar el dolor de mi garganta probando en decir alguna expresión, pero, al hacerlo, no soy consciente de mis palabras.
—Toris, no eres un cobarde—le digo, con mi boca pegada a su pecho.
Puedo imaginarme los engranajes de su cerebro funcionando, procesando lo que acabo de decirle.
— ¿Eso es un especie de cumplido, mujer? —me pregunta con ese tono burlesco característico en él. Al no haber respuesta, él asume una afirmación —.Vale, entonces, tú tampoco me pareces una cobarde.
Rio de forma extraña mientras me separo de él y me vuelvo para darle un abrazo a Killer.
Él me dedica una media sonrisa, pero noto cómo sus ojos azules se han vuelto hielo y puedo sentir con mis palmas lo tensa que siente su columna vertebral.
No tiene que decírmelo; él está en su estado máximo de preocupación.
—Qué bueno que estén bien —murmura, arrastrando las palabras.
—Lo mismo digo yo de ustedes – digo, no con más emoción que él.
Cuando bajo mis brazos, Becca recién ha hecho lo mismo con los suyos del cuello de Blas. Se dirige hacia Toris para darle ese gesto, aunque en menor medida de apremio, y me acerco a Blas.
— ¡Fue horrible!—dice Blas, temblando de forma exagerada mientras corresponde a mi abrazo.
Dos segundos después, me suelta y comienza a hablar.
—Un guardia nos interceptó camino al comedor. ¡Tenías que haber visto la cara de Toris! en un solo segundo, estaba temblando y a punto de orinarse. Pensó que su hermano había descubierto la trampa de las cámaras.
—Lo mismo pensamos nosotras —comento.
—Estábamos creando un drama digno de premios mientras entrábamos a lo que parecía ser un matadero...y ¡boom! Aparecieron unas desabridas mujeres vestidas  de azul con caras de querer vomitar todo el tiempo.
Me doy cuenta que Becca me está mirando, preocupada. Asiento en su dirección.
No es que la descripción de Blas sea una exageración.
Opino que es lo más cercano a la realidad.
Tal vez eso era lo que yo  habría sido si no hubiera elegido Osadía: una escuálida mujer de rostro amargado que mira a las personas como nuevos especímenes para evaluar y no como seres humanos llenos de sentimientos.
Estamos caminando sin un rumbo, recapitulando todo lo que nos ha pasado durante ese lapso que estuvimos separados. O mejor dicho, ellos están recapitulando.
Escucho cómo Blas, Killer y Toris dan su punto de vista de lo que pasó, de lo que les preguntaron y sus supuestos resultados. Intento escucharlos, pero mi vista se nubla y mi garganta duele demasiado. Quiero pegar un grito y patalear, pero mi miedo a la humillación pública me recuerda lo que los demás podrían pensar de mí si llego hacer eso.
¿Es para eso, verdad?, me pregunto a mí misma, Para eso sirven los miedos. Para protegernos del peligro.
Quiero volverme invisible. Quiero estar sola.
Me detengo mientras mis amigos se alejan, todavía compartiendo sus experiencias recientes. Me gustaría poder llevar las cosas así, con tranquilidad o aunque sea como Killer, quien, a pesar de estar preocupado, está dejándose llevar por la atmósfera amical de los que no lo están.
No puedo creer que por mi culpa ellos estén camino a la perdición.
Me pego hacia la pared y me siento en el suelo, con la espalda amoldada en aquella. Escondo el rostro entre mis rodillas; mi puño está en mi boca. Las lágrimas brotan sin piedad mientras intento no perder la cordura.
Creí que ellos estaban lo suficientemente lejos para verme, pero, aún a la distancia, puedo oír a Becca.
— ¡Dios mío! Nosotras nos topamos con otras dos desabridas. Una de ellas era... ¿Marina?
Puedo intuir que se ha dado la vuelta al darse cuenta de que no estoy ahí.
Se forma un pequeño silencio, aun cuando hay una que otra persona pasando por ahí, hacia el otro lado de la pared.
Me hago un ovillo. No quiero que me vean así.
Pero ya es demasiado tarde. Escucho pasos acercándose a mí y puedo decir que Becca no está corriendo sola.
—Mujer, ¿qué tienes? — pregunta Toris, con tono apremiante.
Quiero responder, pero al instante en que dejo que mi boca se libere de mi puño, un gemido desgarrador sale de mi boca.
—Demonios, estás fatal— dice Killer, al mismo tiempo que me da una palmadita delicada en el hombro.
Respiro con profundidad. Intento decir algo coherente.
—Ella...Ella me dijo...—logro decir, entre lágrimas.
— ¿Quién es Ella? —pregunta Blas.
—Es su hermana —responde Becca—.Estuvo ahí, con nosotras. Ella la evaluó...Marina, ¿Qué sucedió con Ella?
Digo palabras que yo misma no entiendo, porque las gárgaras no me dejan hablar.
—Hay que llevarla lejos de aquí —dice Toris. Me mira con cariño y me dice — ¿Quieres que te cargue?
Doblo mis rodillas e intento incorporarme de forma rápida con la ayuda de Killer y Becca.
—Ni borracha— replico, ahora con mejor claridad.
— ¡Ah, bueno!—dice Blas, mirándome con una mueca graciosa. Parece que quiere levantarme el ánimo —.Eso lo soluciono yo.



Estamos de vuelta al lugar pedregoso que Killer nos enseñó, aquel que se encuentra cerca del río. Blas ha traído consigo una caja con cinco latas pequeñas de cerveza que los  consiguió de quién sabe dónde. Nunca he tomado licor, pero no escatimo en aquello. Se supone que estamos aquí para ahogar las penas.
Pero las penas saben nadar y lo hacen muy bien.
Les cuento a mis amigos lo que ocurrió con Ella en el simulador. Ellos musicalizan mi anécdota con sus ¡oh!, ¡vaya!, ¿en serio?, pero no agregan ni me preguntan nada. Sé que tarde o temprano llegaré a la parte donde Ella me amenaza, por lo que intento prolongar la conversación describiendo mis miedos que resolví, sin contar, por supuesto, con el de humillación.
Sin embargo, mi narración llega a su fin y me detengo cuando les cuento sobre nuestra última discusión.
—Vaya barbaridad—opina Blas, luego de tomar un sorbo de su lata—.Se supondría que los recuentros familiares deberían ser agradables.
—Lo mismo pensaba yo —comento, con un suspiro posterior.
—Facción antes que la sangre, ¿recuerdan?—menciona Killer, mientras que usa su dedo índice derecho para representar un cuchillo y lo flota en su muñeca izquierda.
—No creo que esa frase esté grabada en mí —dice Toris.
— ¿Qué quieres decir?—pregunto.
—Pues...si me ven aquí, en Osadía y no en Erudición, es por mi familia. Principalmente.
— ¿No te transferiste solo porque no querías dejar a tu familia?— replica Becca, sorprendida.
Toris asiente.
—Siempre hemos sido muy unidos. Mi hermano  Douglas eligió Osadía y yo creí que debía hacer lo mismo, para no separarnos nunca y estar juntos hasta el final de nuestros días. No somos una familia perfecta, pero nos queremos mucho, y eso es lo que importa. Si me transfería, ellos me extrañarían a mil, como yo a ellos. No podía imaginarme una vida...solo —su voz comienza a bajar de su cadencia normal a una más baja y triste — ¿Saben? A veces pienso mucho en eso, aunque no lo parezca. Pienso en eso y me  siento nada osado.
— ¿Eres feliz aquí?—pregunta Killer.
—Lo soy. Pero solo por las personas que están aquí y las que encontré—sonríe nuevamente —.A veces me gustaría poder estar en contacto con las máquinas con más frecuencia. Pienso que, si logro pasar la iniciación, definitivamente cogeré la labor con las computadoras.
El estómago me da un vuelco cuando escucho su “si logro pasar la iniciación”. La pena quiere volver a dominarme, por lo que bebo un trago largo de cerveza.
No ayuda mucho.
—Sin lugar a dudas, yo voy a coger la labor de enfermero—dice Blas, con alegría.
— ¡Puaj, Femo! Ese trabajo está entre los más bajos de aquí—dice Toris.
—No me importa. Estoy seguro de que ser enfermero en Osadía debe ser un trabajo muy ajetreado y eso me gusta. Sé que tengo un rango excelente, pero seguramente le daré chance a que otra persona de menor nivel consiga un trabajo decente. Eso me hará sentir me...
No puedo soportarlo más.
—Hay algo que tienen que saber — replico.
En el segundo en que lo digo, me arrepiento de forma horrible.
Los cuatro me miran, preocupados. Sé que temen que yo vuelva a convulsionar de tristeza, pero no puedo dejar que eso pase.
— ¿Qué pasa?—pregunta Killer, ansioso. Sus ojeras, desarrolladas por la preocupación de lo acontecido hoy día comienzan a resaltar en su cara.
—Yo...hay algo que Ella me dijo que ustedes deberían estar al tanto.
— ¿De qué se trata? —pregunta Toris.
No sé cómo proseguir.
Killer enarca una ceja.
— ¿Tiene algo que ver con nuestros resultados en la Prueba de Aptitud?
—Sí y no—contesto con sinceridad. Ahora que estoy bajo la atención de Killer, sé que no podré mentir de ningún modo.
—Explícate —me urge Becca.
—Verán...Ya saben que Erudición no está contenta con sus bajas de iniciados y busca culpar a otros que no sean ellos mismos. Hay otros transferidos que fueron de Erudición que se pasaron a otras facciones...
—Al grano, maldita sea—me interrumpe Killer.
Tiene razón. Tengo que acabar con esto.
—Ella está planeando que fracasemos en el examen final —digo, al fin.
Veo sus rostros; sus mandíbulas se han aflojado de sus bocas.
—Cuando dices “fracasemos” te refieres a...—pregunta Toris.
—A nosotros —digo.
— ¿Por qué? ¿Qué les hemos hecho nosotros a ella?—reclama Killer.
— ¿Es que no se dan cuenta?— replico. Las lágrimas amenazan con aparecer de nuevo—.Es por mí.
Sé que son los suficientemente inteligentes para entenderlo. Pero tal vez no sean lo suficientemente empáticos para comprenderlo.
— ¡Perfecto! — refunfuña Killer, poniéndose de pie de manera intempestiva — Así que tu diabólica hermana pretende vengarse de ti a través de nosotros.
Está enojado, claro está.
—Aguarda —Blas hace señales a Killer para que se calme y me mira — ¿Estás segura de eso?
—No es que Ella haya soltado sus nombres —digo —.Simplemente lanzó la amenaza con “tus amigos y tú”. Supongo que se refiere a ustedes, pero también sospecho que se trate de mis otros amigos que también se transfirieron.
—Hay duda en tu voz en lo último que acabas de decir —menciona Killer—.Es obvio que crees más que se trate de nosotros cinco.
Tiene razón; no lo dudo.
—Tal vez lo dijo de la boca para afuera... — dice Becca.
— ¡Por favor!— exclama Killer— ¡Es una erudita! No ha sido criada para dejarse llevar por las emociones y decir cosas que falten a la coherencia. Además, tiene acceso a toda la información que puede estar involucrada en nuestro examen final, ¿no lo ven?
Me siento seca.
—Tú nos estas jalado a la perdición, Marina —me acusa con frialdad.
Ya no tengo orgullo para que algo me impida decir lo que voy a decir:
—Celeste.
Killer me mira.
— ¿Qué dijiste?
—He dicho mi nombre. Mi nombre es Celeste.
Nadie dice nada por unos segundos.
— ¿Por qué lo dices ahora?—pregunta Toris.
—Porque ya no tengo nada que perder— respondo — ¿Qué es una vida sin facción?
—No existe vida al ser Sin Facción —resalta Killer —.Gracias por el atajo, Celeste.
—No seas tan duro con ella — replica Blas — Mar no es responsable de las acciones de su hermana.
— ¿Ah no? — increpa  Killer —¡Dudo mucho que pienses lo mismo cuando vivamos debajo del puente!
— ¿Por qué en vez de estar farfullando como un idiota te pones a pensar en lo que vamos hacer ahora? — le pregunta Toris. Hace un rato lo vi dubitativo, pero parece que está intentando convencerse de mi inocencia.
—Creo que debiste haberlo pensado dos veces, Marina — dice Blas con seriedad.
De las cosas que debería arrepentirme, ser una transferida no es una de ellas.
—Tampoco lo pensaría dos veces si tuviese que ser Sin Facción a cambio de que alguno de ustedes se quede —digo, melancólica.
Killer entorna los ojos.
— ¿Desde cuando eres Abnegación?
—Aguarden un segundo — dice Becca de forma solemne.
Durante toda la discusión, Becca ha estado callada. Asumí que ella estaba indecisa sobre si defenderme o no, y parece que ahora estoy a punto de comprobar su postura.
Mira a Killer.
—Siéntate.
—No quiero hacerlo.
—No importa, hazlo.
Él maldice por lo bajo, pero se sienta. Becca habla, mirándolo.
— ¿Qué te hace pensar que Ella se quiere vengar de nosotros solo porque somos amigos de Marina?
— ¿No lo dijo Ella en su amenaza, acaso?
—Ajá. ¿Qué culpa tiene Marina de que sus amigos sean unos transferidos, como ella?
— ¿Qué estás tratando de decir? —pregunta Blas.
—Que Ella no se está vengando por un asunto personal. Está vengando a su facción.
— ¿Qué te pensar eso? —cuestiona Killer.
—Facción antes que la sangre—  Becca hace la misma señal que el mismo Killer hizo hace un rato.
Abro los ojos, y las ganas de llorar han desaparecido.
¿Cómo no me di cuenta antes?
Mi hermana es puramente Erudición. No le importa qué lazos familiares nos unan; si me transferí de su facción, soy una traidora, al igual que aquellos que la abandonaron y aquellos que no decidieron integrarse.
Nuestros lazos de sangre no significan nada cuando defender el honor de Erudición está en juego.
Si tiene que sacrificarme por Erudición, lo hará.
—Ella es una fiel erudita —replico sin pensar —.No dejará que sus rencores se enerven por encima de los planes de Erudición.
—Exactamente — replica Becca, satisfecha.
—Y que tú seas su hermana y que sea el enemigo al mismo tiempo es una mera coincidencia —completa Blas.
—Yo... —replica Killer —.No lo había pensado de esa manera.
Toris le da un palmetazo en su cabeza.
—Ahora tú, basura, discúlpate con ella —le dice y luego me señala.
Killer me mira.
—Lo siento mucho, Marina. Sinceramente, no analicé bien la situación.
— ¿Acaso has olvidado tus resultados en la Prueba de Aptitud? —le pregunta Becca, con el mismo tono que yo usé cuando dije esa frase, pero con gesto de sorna.
Todos reímos.  Estoy feliz de que Killer ya no esté molesto y que los demás ya no me vean como una paria. Mis penas se han ahogado y yo estoy a flote.
Pero mi preocupación aún sigue nadando.
— ¿Qué haremos ahora? —pregunto.
Nuestro momento alegre se va, de la misma forma en la que vino.
—Realmente no creo que sea Ella la que esté detrás de todo. Si Erudición piensa sabotear a los eruditos salidos en la prueba inicial, tendrá que pasearse por todas las facciones —reflexiona Becca.
Ahí está la respuesta.
—Entonces es la representación de Erudición la que planificará todo esto —digo.
Todos asienten.
—Fantástico  — murmulla Toris —. Tenemos a una facción completa queriéndonos devorar de un solo bocado. Pero... ¿cómo lo harán?
Esa es una pregunta a la cual yo no tengo respuesta.

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