Capítulo 4
—¡NO ME MATES! Mmm… ¿qué? Es como si mi cerebro estuviera rodeado por una soga, ésta tirando hacia atrás. Arg. Mi cabeza… —¡NO! Bajo la mirada, en dirección al grito. Un arma tan larga como mi antebrazo se interpone entre la dueña del grito y yo. Mis dedos están soldados al gatillo. ¿¡Qué estoy haciendo!? —¡No me mates! —sigue gritando. En realidad, escucho muchos gritos. Sin embargo, este grito tiene un timbre de voz que reconozco, que he escuchado antes. Dejo caer el arma en un dramático movimiento. Ignoro por completo por qué esta abnegada, rogaría por su vida, porque esta chica no es cualquier abnegada. —¡Eve! —grito, conmocionada. ¿Qué estaba a punto de hacer? — ¿Qué...? Intento acercarme, pero ella se pone de pie en un salto y me aleja con un empujón. Su delgado cuerpo le ayuda a ser muy rápida. —¡Aléjate de mí! —me mira con rabia— ¡Asesina! ¿Qué ha dicho? —Eve, ¿no me reconoces? Soy M